sábado, 24 de diciembre de 2011

LOS BALEAN LUEGO DE ESCUCHAR MÚSICA

(nota roja)

¿Cuándo sería que las balas llegaron a este pueblo?
¿A alguien le importa?
Tal vez fue cuando mataron
a Muerto en el Jardín con una ráfaga
afuera de mi casa hace uno o dos año o
cuando me serví la cátsup o cuando se rompió el bordo que se
llevó el río

¿De dónde salen las balas?
Ahora les llamaré langostas apocalípticas
agarradas de los maíces y las plantas de frijol
como el frío agarradas de las paredes
con sus patas multiformes dispersas
patas de bronce como las de los monumentos pequeños como los
de las moscas
huevecillos que rebotan en los mullidos caminos del cuerpo
patas de polvo en los huesos.
Decía el periódico lo que le dejaron decir
y yo escuché esto:
balas que vuelan y luego permanecen secas
mariposas en un libro
entre hojas de la carne humana donde luego retomarás la lectura
en ese lugar marcado
con esa misma sangre pero ahora proyectada en la pared o en la
memoria de quien te oye
y en el suelo
ya no en la pantalla donde se veía la película que conducía un
carro viejo porque
la sangre es una película
larga larga
hasta que se quema tan rápido que te mueres
hasta sé que mata y la piden
de una sed que mata
. Mariachis.llantas y balas.amigo.sangre.carro.calles.angostas.tequilas.langostas
y muros. Rápido.
Más rápido. ¿Quienes son? ¿Los conoces? ¿Los conoces? ¿Los conoces? ¿Te dieron?
¿Les dieron? ¿A los dos? ¿A los tres? ¿A los cuatro? ¿A los cinco? ¿A los seis? ¿A
todos? ¿A mí?
¿Acaso duerme?
Han pasado junto a mí y yo dormía porque ya no las oigo
dejaron de hacer ruido, ya no se oyen
ya no despiertan
las langostas
ahora aprendieron a volar de puntitas
y mi hija dormía y mi esposa dormía junto a mí
y las mariposas pasan cuando dormimos con
dos o tres vidas en ganchos para colgar la ropa junto a nosotros ahí
porque ya no se oyen.

Ahora susurran ahora tienen el acento local
y se confunden en los mercados cuando platican contigo
con sus alas negras
las mariposas
porque las conoces desde antes
no las que piensas sino las que traen herida que atraviesan
madera
y vidrio y acero se paran en los parques y en la música de
mariachis o banda o chirrines y norteños
en la calle de las 3 de la mañana
si quieres oírlas debes acercarte a su casa
todos saben dónde viven
las mariposas negras como los heraldos que aparecen en las casas
viejas apolilladas
las que asustan porque te miran con las alas de ojos amarillos
desde arriba en las esquinas
y atrás una calavera blanca.

Esas mariposas
grandes del tamaño de una mano que estrangula
según la nota
las detonaciones van hasta el auto que acelera huyendo
según las detonaciones las balas llegan hasta los pechos de ambos
y ella se detuvo entonces ahí
junto a nosotros, que dormíamos pero no vimos ni oímos nada
nomás
el batir de las alas
al día siguiente
cuando poníamos el nacimiento de Navidad.

Alfonso Peña Raigoza




martes, 6 de diciembre de 2011

VIOLENCIA GENERA MÁS VIOLENCIA / SÓLO EL AMOR AHUYENTA AL ODIO

"La oscuridad no puede ahuyentar a la oscuridad, sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede ahuyentar al odio, sólo el amor lo puede hacer. El odio multiplica el odio, el endurecimiento multiplica el endurecimiento en una espiral descendente de destrucción... La cadena del mal -el odio provocando odio, las guerras produciendo guerras- debe ser rota o nos sumergiremos en el oscuro abismo de la aniquilación..."

Martin Luther King Jr.

lunes, 5 de diciembre de 2011

LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma.
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!

César Vallejo

jueves, 1 de diciembre de 2011